Cuando alguien pregunta o se expresa en torno a la felicidad, suele venir a mi mente una cita del Dr. Rojas Marcos que aquí redacto textualmente: la felicidad tiene mucho que ver con la gestión razonable del deseo. Siempre me pareció interesante esta aproximación a una idea colectiva, a un ideal asumible, pero con el que, prudentemente, en este caso se nos apela a que de manera individual, así como colectivamente, tengamos que ver, estemos implicados. Ser felices tendría -cuidado- mucha relación así, con el grado de razón con que podamos equilibrar expectativa y realidad, fantasía y sueño, disfrute y anhelo.
Siempre que he conocido a parejas muy bien avenidas, unidas desde años, de esas con las que tod@s nos hemos cruzado alguna vez en el camino y que destilan complicidad, atractivo… (una suerte de compañerismo seductor), dicha reflexión acerca de la aparente fluidez de su estado ha seguido, generalmente, la misma línea: “esto es un trabajo continuo…”, “hay que ir aprendiendo de por vida…”
Cuando en algún medio, tertulia o reflexión se habla del éxito, de cómo ser abundantes, o generar riqueza: del triunfo, en definitiva…, se instaura igualmente una idea más o menos colectiva de que el camino está relativamente asociado al esfuerzo, al trabajo, a ser dur@s y afrontar la adversidad porque todo está pasando por algo. Ese concepto manido de la causalidad que a much@s tanto gusta en un entorno new-age cada vez más imperante, pero que, desgraciadamente, a más de un@ podrá volver relativamente escéptico, cuando las circunstancias no solo no l@ acompañen, sino que además le generen una frustración continua. Elevar esta prueba a salvoconducto para la plenitud podría llevarnos a error, y al mismo tiempo, conducir a más de un@ a tirar la toalla del pretendido camino hacia la dicha: “si todo pasa por algo, qué me digan por qué me está pasando esto, porque yo la verdad es que no lo veo…” No hay entonces que ver tanto lo que ocurre, sino que plantearse qué hace un@ mism@ con lo que va sucediendo. Cómo lo hace. Desde dónde. Para y por qué… Son preguntas que cuesta responderse honestamente. Pero en ese primer ejercicio empieza todo.
En mi camino personal, que es el único desde el que debiera realmente expresarme, la realidad y el deseo (como dijera Cernuda) han ido vagamente unidos de la mano a lo largo del tiempo, entrelazando una complicada matriz. La misma, curiosamente, no estuvo siempre basada en la proyección propia, sino que también lo hizo en torno a patrones establecidos, conocimientos heredados, realidades asumidas…
Y supongo que esta historia cuasi ancestral de querer alcanzar una mejor versión de un@, de darle sentido a todo esto, de “llenar” realmente nuestro mundo y nuestra vida, nos persigue a cada un@ de nosotr@s, en el complejo juego de la existencia. Mucho más ante un entorno cada vez más artificial, que no deja de inventar reclamos para que la presencia real se minimice, para que todo sea deseo desmesurado, informe, consumible e inmediato.
En la búsqueda del equilibrio, que para mí está íntimamente relacionado con el anhelo de ser feliz, con la promesa de ser exitoso y, más allá aún: con el disfrute de ser libre, las respuestas no han llegado hasta que la experiencia de soltar no se ha vuelto mayor que la de retener. Hasta que no he vaciado las alforjas de lo “adquirido”, no he podido llenarlas de frutos nuevos y mucho más sugerentes. Hasta que no he dejado de estar esperando a ser salvado de alguna manera, no he podido conectarme profundamente con mi capacidad de generar abundancia, con mi cualidad creadora. Es un proceso difícil, largo y durante el que (que no te engañen) no todo serán halagos ni soportes. Muy al contrario, la travesía será costosa, pero asumible. Porque nace de un deseo profundo de estar conectad@ contigo. Y ese deseo es la fuente de toda plenitud. Ese deseo te hace evolucionar. Y una vez convertido en realidad puedes hacerlo razonable, adaptarlo a las circunstancias, hasta reírte de él por segundos. Realidad y deseo, serán así los cómplices de tu mejor aventura. Porque esa será tu dicha, ese será tu éxito: gestionar razonablemente la ecuación de tu existencia desde YA.
Joaquín Barrio Castrillón es Arquitecto, Profesor de Yoga y Tecnología en ESO y Bachillerato y fundador de YASPACE.